Es media tarde y aun no ha llamado para felicitarme. Lleva una semana fuera de casa por asuntos de trabajo. Estoy tan enfadada con él que ni lo he llamado en todo el día. De repente suena el teléfono.
-Hola amor, felicidades.
-hola, ahhh si, gracias
- Uy, suena que estas enfadada. No me he olvidado de ti, he estado todo el día liado con tu regalo. Llegaré a casa a las 9, estate preparada, he reservado para cenar en tu restaurante preferido y a las 11 nos vamos de concierto, vamos a ver a Alejandro Sanz.
- a Alejandro Sanz??? Si tú lo odias.
- Bueno cielo es tu cumpleaños, a cambio quiero que te vistas para mí. Ponte el vestidito rojo ese que me vuelve loco, medias con ligero, calzado cómodo, vamos a estar mucho tiempo de pie…..
- espera, llaman a la puerta voy a abrir.
Es un repartidor, con un ramo de rosas y un regalito. Le firmo el recibo y corro al teléfono
- Ya estoy, me has enviado rosas?
- Abre el regalo, quiero que lo lleves esta noche.
Es un precioso conjunto de lencería de raso negro, con un tanga diminuto.
- Me encanta cielo.
- Ve a vestirte, en un rato estoy allí.
Salí corriendo hacia el baño, mientras se llenaba la bañera preparé la ropa que él me había pedido. Tomé un baño relajante y pensé en el momento de volverlo a ver, no me gustan sus ausencias por el trabajo, pero me encanta cuando vuelve, la pasión y la emoción de los reencuentros, aunque hoy tendría que esperar. Teníamos la cena y el concierto, pero esta noche….. solo de pensarlo ya me excitaba. Tuve ganas de tocarme pensando en él, pero decidí que era mejor esperar a que él lo hiciera, que él apagará el ardor acumulado en todos estos días.
Me sequé, solo el roce de la toalla me excitaba, esta vez ha estado muchos días fuera. Sequé y moldee mi melena, la llevaría suelta, sin nada, como a él le gusta.
Me puse el conjunto de lencería, y el minúsculo tanga se me metía en mi sexo, ummmm al andar el raso me hacia cosquillas, “ufff que mala idea tiene, me voy a pasar toda la noche excitada por el contacto del tanga”. Sonreí. Me puse las medias con cuidado, deslizándolas por mis piernas y acariciando mis muslos. las sujeté con el ligero. “No sé porque quiere que me ponga esto, voy a pasar un frío de cojones y él no lo verá hasta que lleguemos a casa”. Me enfundé el vestido, “la verdad es que me queda como un guante”. “ahora a pasar por chapa y pintura, tengo que estar impresionante”, me maquillé recreándome en cada pincelada, cada sombra y para rematar mi obra de arte, rojo pasión en los labios. Eran las 9 menos diez, el tiempo justo para ponerme los zapatos, el abrigo, coger el bolso y llegar a la puerta sin estropear nada de mi vestuario. Elegí unos zapatos de cuña negros, sexis, altos y muy cómodos. Con esto podía estar horas y horas de pie.
Ya estaba en la puerta cuando sonó el timbre, abrí, pero no era él. Era un chofer. “Señorita, su acompañante le espera en la limusina”. Él estaba en la puerta del coche, me miró de arriba abajo “nena estas preciosa” y me beso en la mejilla “no quiero estropear esos labios tan sexis”. Me dio la mano y me ayudó a entrar en el coche. En el trayecto hablamos de cómo habíamos pasado la semana, “joooooooo una limusina, con chofer y no me iba ni a besar???”, no me lo podía creer, con lo fogoso y las ganas que siempre tiene. “jooooo, que es mi cumpleaños y he estado muchos días sin tí”. Llegamos al restaurante, me abrió la puerta para salir. Note el frío entre mis piernas e intente taparme con el abrigo. Abrió la puerta del restaurante y el metre nos pidió los abrigos y nos acompañó hasta la mesa. Espero que no andemos mucho, este tanga haría seguro que me corriera. La cena fue agradable, pero estaba emocionadísima con el concierto, quería que llegáramos pronto para coger un buen sitio.
Al final estábamos allí, en la grada del estadio delante del escenario y en primera fila. Yo estaba delante de la barandilla y él se colocó detrás de mí.
-Esto se va a llenar, así te protegeré. Y me sonrió pícaramente.
La verdad se lo agradecí, hacia mucho aire y si no entraba en calor, me podría abrazar por detrás y darme calorcito. Pasó media hora interminable y por fin salió Alejandro al escenario. Fue un subidón verlo y empezó a cantar, yo estaba emocionada y bailaba sin parar, el tanga estaba surgiendo efecto y estaba como en una nube. Miré un par de veces para atrás y al verlo pensé en lo mucho que lo quería, sabía el esfuerzo que estaba haciendo estando aquí y al sonar la canción de tortura le sonreí, “espero que no lo esté siendo para ti”, él me guiñó el ojo y dijo
- Espero que para ti tampoco lo sea y que lo disfrutes. No le di mucha importancia y seguí pendiente a los movimientos y las canciones de Alejandro. “ainsss sonaba mi preferida, Mi soledad y yo.
Note su mano deslizándose por debajo de mi abrigo, de mi vestido y sin esperarla entre mis muslos hasta llegar a mi sexo y empezó a acariciarme.
Disimula, no querrás que nos tiren del concierto?, apóyate en la barra y separa un poco más las piernas. Veo que el tanga funciona, estas mojada. Como haciéndole los coros a Alejandro comenzó a susurrar en mi oído “Te besaré como nadie en este mundo te beso, te amaré con el cuerpo y con la mente, con la piel y el corazón vuelve pronto te esperamos, mi soledad y yo”. No sé como lo hizo pero con destreza metió su pene dentro de mí, pegué un pequeño salto y él me susurro, - shuuuuu, despacio, sigamos el ritmo de la música. No podía creérmelo, me estaba haciendo en amor entre miles de personas, al principio eso me paralizó un poco, pero después de pensarlo, me daba mucho morbo. El se movía dentro de mí, un balanceo muy suave que me estaba volviendo loca, pero solo podía dejarme llevar y seguirle sin que los que nos rodeaban se pudieran percatar de lo que estábamos haciendo. Metió las manos dentro de mi abrigo y por el escote del vestido apartó mi sujetador y rozaba mis pezones con las palmas de sus manos hasta que se pusieron duros y empezó a jugar con ellos. Había terminado la canción pero nosotros seguíamos bailando nuestra propia canción, empezó a sonar “Eres mía”. Yo me sujetaba fuertemente a la barandilla, no porque me fuera a caer si no de puro placer, me atrajo hacia él haciendo que mi espalda se arqueara y su polla entraba más profundamente, seguía haciendome el amor con mucha tranquilidad, muy despacio mientras me susurraba
“Colgado de tu melena,
atado a ti por cadenas,
a tí, a tí.
Maldito deseo.
Mi voluntad envenenas,
llenas de tí mi existencia, de tí por tí.
No puedo creerlo.
No puedo creerlo no.
Pero eres mía, tan fuertemente mía,
que hasta me siento un ser injusto y egoísta.
Pero quería decirte un hasta siempre
y sin embargo he suplicado,
quédate siempre a mi lado,
los dos juntos, contra el resto del mundo.
No me lo podía creer, que se había aprendido todo el repertorio del concierto, solo por mi,uhmmmmm, como me excitaba eso
Me miras y me terminas.
Me rindo cuando suspiras,
por ti, por ti.
Y otra vez me ganas.
Vuelve a engancharme tu risa.
Me atrapas en tu camisa, en ti en ti.
Me pueden tus labios.
Me pueden tus labios, no.
Y te quiero mía, profundamente mía,
aunque sea en esta calle sin salida.
Siempre tan mía, intensamente mía,
Aunque sé que es una locura que nos lía,
ir los dos juntos por la vida,
Contra el resto del mundo
- Ya no cantaba, jadeaba la canción, dios, como me estaba poniendo,quería volverme hacia él, besarlo con locura y que siguiera haciendome el amor frente a frente, pero me tenía atrapada entre su cuerpo en la valla y no tenia mucho margen de maniobra, me mordía los labios con fuerza para no gritar y el seguía, cada vez más deprisa, notaba su respiración profunda en mi nuca y me mordía el cuello con ansia, sabía que se correría pronto, empecé a notar sus espasmos, sus sacudidas y un chorro caliente de semen me lleno todo mi sexo. Diossssssssssssss al notarlo no pude aguantarlo más y me corrí gritando Nicoooooooooooo te quierooooooooo. La chica de al lado se volvió hacia mí
- Nico??? Será Alejandro no?
Recuperando aun la respiración le conteste:
- si claro, Alejandro, este chico me vuelve tan loca que ya no se ni lo que digo. Noté la sonrisa de Nico en mi nuca, salió de mí con cuidado y su semen me chorreó entre mis muslos. Me mordió con cariño la oreja y susurro, “feliz cumpleaños preciosa” y seguíamos abrazados con fuerza, viéndonos al ritmo de la música y disfrutando los últimos coletazos de nuestros orgasmos