Llevaba días sin saber de él, estaba cansada de buscarle por todas partes y otro día había finalizado. volví a casa, extenuada y me metí en la cama dispuesta a dormir algo.
Me acomodé entre las sábanas y aspirando su aroma en su almohada me dormí.
Soñé que estaba junto a ese mar que tanto me gustaba, llevaba mi vestido preferido que había comprado poco antes de que se fuera, si, lo llevaba puesto el día que desapareció, que habrá sido de él?.
Estaba sentada en una roca, disfrutaba del sol de la tarde que calentaba mis mejillas, las olas salpicaban mi espalda y la brisa marina comenzó a mecer mi cabello. Sentía la paz del lugar invadiendo mi cuerpo, entraba con mi aliento y se extendía dentro de mí.
Gotas de mar salado se enredaban en mis cabellos y la luz del sol formaba en ellas pequeños arcoíris, llenando mi melena negra de colores y luz radiante.
El viento y el mar comenzaron a interpretar una suave melodía que hizo que me tumbara sobre la roca fría y perdí el control de mi cuerpo. Ahora pertenecía al entorno y era controlado por el. Mis piernas se alzaron hacia el sol, intentando alcanzarlo con cada uno de mis dedos de los pies, estaba bailando, bailando porque, para quien, quien me hacia bailar? piernas torneadas, estilizadas que con cada movimiento perfecto resaltaban su esbeltez. Un pedaleo suave con el viento y la música, generada en mis pies, se transmitía por mis piernas y seguía subiendo haciéndome cosquillas. Notaba el recorrido de cada nota.
Me arrodillé y la música seguía subiendo, mis caderas comenzaron a moverse suavemente dibujando ochos imaginarios en el aire. Mis manos se enlazaron en mi nuca, la brisa se coló entre mis piernas haciendo que me estremeciera al notarla jugar con mi sexo. Mi falda rozaba mis muslos acariciándolos suavemente con mucha delicadeza. Mientras mis brazos serpenteantes hacían un tributo al sol que caía rendido a mis pies.
Noté como sus rayos se iban apagando y seguí bailando para el, que me tocaba con cada rayo animándome con mi baile. Mis manos recorrían mi cuerpo, mis dedos besaban mi piel, rozando el interior de mis muslos, como alas de mariposa acariciaban mi vientre volando hacia mis pechos y revoloteando en mis pezones haciendo que estos se endurecieran a tan placentero contacto.
Mi sexo estaba cada vez más húmedo, mi respiración acelerada por el placer y el baile. Todo eras maravillosas sensaciones que azoraban mi cuerpo, agua, mar, sol, caricias.
Sentí al sol besándome en la espalda despidiéndose, una gran ola rompió en la roca y con un gracioso giro me volví para darle las buenas noches. Mis parpados estaban entornados, mi cuerpo se mantenía en equilibrio sobre la roca mojada y resbaladiza sin dejar de danzar. Solo para el. Moviendo mi vientre con un sensual vaivén de mis caderas. Humedecí mis labios con mi lengua traviesa y mis dedos repasaron el contorno de mis labios. Abrí los ojos, deposite un dulce beso en mis dedos y sonriendo lo deje volar hacia el sol.
La oscuridad se hizo dueña del cielo pero una luna redonda blanca y brillante apareció entre las nubes desperezándose. Mis movimientos se hicieron más marcados y enérgicos, el sudor empapaba mi cuerpo, gotitas resbalando entre mis pechos hasta mi ombligo que el reflejo de la luna hacia de ellas graciosas estelas que continuaban hacia abajo intentando apagar el calor de mi pasión.
La luna se reflejaba en el mar y sus olas eran blancas como la nieve. Con el movimiento de mis brazos y mis manos intenté atraerlas hacia a mí, pero no lo lograba, solo me salpicaban como pequeñas chispas que avivaban más mi fuego. Mis brazos recibían toda su fuerza y estos acometían a la nada con fiereza intentando retener las olas para ser tocada por la luna.
Con las manos mojadas por el mar acaricie mi cara, deslizándolas por mi cuello, entre mis pechos, siguiendo la figura de mis curvas, mi cintura, mis caderas, hasta llegar a mi sexo intentando así enfriar mi cuerpo que latía intensamente. El ardo era insoportable, mis caderas se movían frenéticamente y estaba a punto de estallar.
Mi espalda se arqueó y mis piernas temblaban por el insoportable placer y no pude evitar caer de rodillas invadida por un deleite desconocido. Mi tronco se estiró hacia atrás, mi pelvis hacia adelante, mientras mis brazos ondulaban por encima de mi cabeza cruzándose delante de mi cara. Uno de ellos se erguió hacia la luna con la mano bien abierta mostrando su palma. Un hormigueo recorría mi cuerpo, cada vez más intenso.
Mis manos retrocedieron y se colocaron en mi espalda, note el interior de ellas sobre mis nalgas. Cerré mis ojos, mi boca se cerró mordiendo mi labio inferior, mis rodillas se separaron y sintiendo el mar y la brisa llegó un electrizante orgasmo que paralizó todo mi cuerpo. Noté cada sacudida, cada palpitación juntando mis manos por detrás de mi espalda como si estuviesen atadas.

Mi cuerpo calló desfallecido hacia adelante, mi cara chocó con la mojada roca Mis brazos pesados se deslizaron por la roca y se colocaron delante de mi cabeza, estirados y mis manos se unieron por las muñecas. Intente recuperar mi aliento, mi respiración aun estaba acelerada y mi cuerpo ardiente por el fuego buscaba refrescarse. Me quedé quieta sintiendo las olas que habían llegado hasta mí arrullándome y calmándome. La brisa me mecía y apartaba el pelo de mi cara refrescándome. Noté pequeñas burbujas explotando con suavidad dentro de mi sexo. Abrí los ojos buscando la luna, mis ojos se nublaron mientras una lagrima recorría mi mejilla, en el cielo no estaba la luna, estaba él mirándome con ojos de orgullo y amor por mi danza. Noté como su mano acariciaba mi mejilla y enjugaba mis lágrimas. Ya sé porque había danzado, ya sé quien me había hecho bailar ya sé quien me da fuerzas.
Me desperté calmada, acariciándome la mejilla, recordando su caricia y supe que pronto me reencontraría con mi Amo.